El año que está terminando fue venturoso en muchos aspectos, había comentado. Pero también tuvo momentos de tristeza, y otros de angustia.
Escribir, aunque solamente sea para mí, realmente me ayuda a descargar mis emociones, algo en lo que no soy muy buena, y también a reorganizar mi propia historia. En este último proceso colaboran los amigos que vienen a mi casa a tomar un café o a comer. No son muchos los que vienen, pero los que lo hacen son fuente de momentos de reencuentro conmigo misma, de reflexiones que no hubiesen ocurrido de otra manera. Así, conversando con Moony fui consciente del momento en que explicité lo que quería hacer con mi vida, y ocurrió al cumplir 22 años. Una propuesta de matrimonio inesperada, de parte de alguien a quien solamente consideraba un amigo, me hizo decir que quería terminar mi carrera y trabajar. Hasta entonces, supongo, iba a ESFM como algo normal, algo que disfrutaba pero de cuya trascendencia no era consciente. Pero nunca había caído en cuenta de que, ciertamente, ese momento hizo que me concentrara en mis estudios y que buscara un trabajo ese mismo año, dejando de depender de mi padre.
Pasa igual con las sesiones de curso con Jair, mientras me instruye en la escritura de poesía, sin que yo pretenda ser poeta en algún momento. Sus preguntas, los ejercicios que me propone, van dando lugar a algunas reflexiones y a revivir experiencias intensamente.
Las sesiones del segundo taller, que culminaron con ese intento de poema, comenzaron con una petición de su parte:
Bien, comencemos con unos ejercicios acerca de la descripción. Quiero que describas el rostro de tres personas muy significativas para ti. Trata de hacer una especie de descripción física solamente. Por el momento no entraremos en el territorio de las emociones.
Difícil, porque no tengo costumbre de observar los rasgos de las personas. Puedo reconocer a quienes quiero, puedo imaginarlos vívidamente, pero me cuesta describir sus características o dibujarlos.
Comencé:
- Mi padre: Moreno, nariz aguileña, barba partida; la frente cubierta por un mechón, si es que no había acabado de peinarse con alguno de los productos de la época. Los ojos risueños que reflejaban la bonhomía, pero que dejaban asomar también el sarcasmo y, en contadas ocasiones, el enojo.
Jair me recordó las instrucciones y me pidió detalles:
Ok, pero como quedamos por el momento sin emociones sólo descripción física ¿color de los ojos? ¿cómo eran las cejas? ¿la barbilla?
Tomé una de las fotografías en las que mi padre me sostiene, a los dos meses de nacida, antes de responder:
- Ojos café oscuro, las cejas pobladas. La barbilla de una cara ovalada, idéntica a la mía (al revés). Pómulos altos; y una cara angulosa de joven, que fue redondeándose con la edad.
Tomé luego una foto de mi hijo, de hace unos 10 años, para atenerme a las instrucciones;
- Mi hijo: Un bebé de ojos café oscuro, una boca muy roja no muy grande, güerito. Al crecer, los ojos almendrados, el mentón cuadrado, la frente amplia, las cejas rectas, medianamente pobladas. La boca sigue igual: no muy grande, bien definida y coloreada. La nariz recta. Delgado, pero también ha ido embarneciendo con los años. De todas maneras parece mucho más joven de lo que es.
Me dijo que lo había hecho bien. Faltaba el tercero, del que solamente tengo una foto guardada en mis ojos y mi memoria:
- El tercero es más complicado: Moreno, ojos verdes aceitunados, una boca mediana, bien definida, un óvalo también bien definido. La frente redondeada. Las cejas medianamente pobladas. La nariz: no tengo idea. No podría definirla. Es una imagen que viene a mí siempre de frente.
Jair me preguntó por las dificultades en esta tarea:
- Para mi padre y mi hijo, disociar la descripción física del ser de cada uno, pero tengo muchas fotografías alrededor para poder completarlas. En el otro caso: es que no hay una sola fotografía. Es solamente el recuerdo que viene a mí constantemente, pero es más el ser; fui consciente de su físico a través de otras personas, unas que se decían “amigas”. Para mí era otra cosa. No soy buena para detectar belleza o fealdad, es decir los rasgos físicos. Puede pasar el hombre más bello del mundo sin que yo lo perciba (algo que hacía reír a mis compañeras en la secundaria). En cambio, puedo reconocer a alguien por su voz, por su mirada, por la forma en que camina. Tampoco puedo decir la edad que aparenta una persona. La descripción de mi niño bebé la hizo una vecina ancianita, diciéndome que era como la descripción de Blanca Nieves, pero en güero.
Muy bien, de hecho, hacia allá vamos. Ahora vas a describir de cada uno lo siguiente: la voz (lo más descriptivas que puedas).
- Mi padre: una voz enérgica, categórica, pero suave mientras discutíamos sobre cualquier tema; nunca más alta ni más baja para dirigirse a nosotros; sonora sin estruendo; cordial, al decir de los externos a la familia;
- Pako (mi hijo): también una voz enérgica, pero que a veces se exalta. Cálida, a ratos juguetona cuando conversamos; potente y sonora cuando se trata de marcar su territorio.
- Voy a nombrar al tercero. Arturo. Una voz cálida, íntima. Risueña y tranquilizadora; mejor dicho, “amansante” para mis arranques. Suave al cuestionar alguna estupidez que estuviera a punto de cometer yo, que me pusiera en riesgo. Ni siquiera lo escuche gritar al recibir una agresión en un partido de básquet. Ni idea de cómo sonaba para el resto.
Mientras Jair me iba diciendo lo que seguía, comenté acerca de las cosas que Pako tiene por herencia de mi padre y otras que ha copiado de mí, dicho explícitamente por él mismo.
Ok, muy bien. Excelente, Blanca. Si te das cuenta, cada uno va tomando forma e identidad. Ahora vas a describir la postura que toma cada uno cuando come.
- Va: Mi padre era muy ordenado para comer, siguiendo todas las reglas de la buena educación. Codos casi pegados al cuerpo, nunca hablar mientras tenía algo en la boca, mucho menos cantar. Comer con las manos lo que se come con las manos, solamente; espalda siempre derecha. Conversando con mi madre que no se sentaba a comer con él y conmigo (mis hermanos preferían no, porque podía comenzar a hacer preguntas sobre lo que suponía que debiéramos conocer).
- Pako: iPad por un lado, porque mientras comemos me comparte videos (matemáticas, física, videojuegos) y conversamos al respecto. Relajado, manteniendo las buenas costumbres, pero no dudando en chuparse los dedos si está comiendo una costilla en BBQ, por ejemplo, sin importar en dónde esté. Dicen que en casas de otras personas se comporta como un caballero. La comida puede durar unas cuantas horas porque degusta el aperitivo y una buena entrada, la comida propiamente dicha y el café espresso que él mismo prepara, siempre. Pero también puede comer en la taquería de un Oxxo
- Con Arturo compartí, pura coincidencia, los primeros dos viajes de vacaciones a Tepic, en el segundo año de bachillerato en Voca 3, que fue donde nos conocimos. Asientos contiguos en ambas ocasiones. En el segundo viaje compartimos una naranja cubierta (yo le llevaba esos antojos a mi padre) tomando pedacitos y comiéndolos mientras conversábamos. Nunca comimos juntos ni siquiera un antojo, porque ni dinero teníamos para ir más allá de los límites de la escuela o de un ocasional paseo cerca del lugar en que yo vivía. Hasta el 31 de diciembre de 1969 en que su madre nos obligó a sentarnos a cenar tamales (una reunión en la que coincidimos), para evitar que bailáramos escapando al deseo de la señora de emparejarlo con una elegida por ella. No puse atención mientras comíamos, y me retiré inmediatamente.
Ok, es decir, ¿no recuerdas nada de su forma de comer?
- Excepto por el deleite de comer la naranja cubierta, nunca estuvimos en situación de compartir comidas.
¿Cómo sientes ahora las descripciones de cada uno?
- Las de mi hijo y de mi padre son muy familiares porque tengo fotos, y videos de la convivencia de mi padre con toda la familia (extendida), hasta en un campamento playero, hacia 1967. Y relatos gratos, muy recientes, de la gente que lo conoció. Y de Pako tengo muchas fotos y videos, y muchos relatos de sus amigos y de mis amigos que lo conocen en diferentes contextos.
- En el caso de Arturo la descripción es más la de las limitaciones impuestas, especialmente por su familia, para controlarlo y alejarlo de esta mala influencia.
Ya entiendo.
- Nunca fui el modelo de chica que una madre (o los hermanos) quiere para su hijo menor, la joya de la familia.
Bien, con este ejercicio podrás percibir la diferencia entre una descripción física y una emotiva o emocional.
- Por supuesto. Por eso no publico todo lo que le escribo.
A continuación, el profe estableció el objetivo de los ejercicios y me asignó la tarea para la siguiente sesión:
Si sólo te decantas por una forma de descripción el texto estará incompleto. Ambas se complementan, pero hay que aprender a diferenciarlas y a ser conscientes de los alcances de cada una.
De tarea vas a hacer los tres retratos y vas a situarlos en una escena específica, por ejemplo: mi padre, en la cena de navidad de 1974
- ¡Ah! es que nosotros no tenemos esas costumbres. Tepic era diferente al centro del país. Y en la familia no teníamos celebraciones de ese tipo, nunca. Era otro tipo de convivencia. Ni siquiera hacemos funerales como el resto de las familias. No hacemos cenas familiares.
De esto hablaba yo en la publicación previa a ésta, sobre las Navidades.
Oh, sólo es un ejemplo. Puede ser: Mi padre en una cena del verano tal … ¿Cómo ves?
- Podría ser mi padre en una comida en el campamento playero; o mi padre durante un festejo familiar obligado. Porque de cenar solamente tomaba una taza de Nescafé en leche y algún pan o galletas hechos por mi amá.
Eso podría ser: Tu padre cenando una taza de café con leche. De hecho es mucho más interesante ver cómo abordarás los detalles de algo tan ligero… Trata de capturar los gestos, recuerda que harás un retrato… ¿Nos vemos el siguiente martes a la misma hora?
Así dimos por terminada la primera sesión. Problema para mí: no logro atrapar detalles de nada. Parte porque soy muy distraída, parte porque siempre me ha parecido inadecuado observar a las personas. Se darán cuenta en la publicación siguiente.