14 de septiembre: en cama!

Y no porque sea cartesiana sino porque entre la gripe, la migraña y la falta de pila no podía pararme y mucho menos hubiera podido manejar para llegar al trabajo. Así que me quedé en casa, en pijama y prácticamente todo el día en cama, excepto para almorzar algo sustancioso por ahí de las 10 A.M. y para comer saludablemente como a eso de las 3 P.M. Claro, comidas simples y no precisamente de antojo.

Trabajé en lo que se podía hacer en línea: alimentar los grupos, mandar mensajes y documentos, reservar espacios para juntas, y estar atenta a los pendientes. Pero leer mucho no podía porque me dolía la cabeza, aunque revisé algunos materiales en línea.  Dormir no fue posible: toda la mañana y hasta como las 4 de la tarde el vecino de la casa que está frente a este edificio estuvo trabajando con una sierra eléctrica y el ruido era aturdidor, por lo menos.

La nota del día fue el desplome de una parte del techo de la garita de San Isidro, del lado gringo, que ocurrió alrededor de las 10:30 de la mañana. La garita fue cerrada desde ese momento y apenas hace un rato (5:30 P.M. más o menos) reabrieron el cruce peatonal. Pero cruzar en carro no se puede todavía, de manera que todo el flujo fue desviado a las garitas de Otay y Tecate.  Si no viviera aquí no habría manera que pudiera imaginar el caos que significa este percance, para comenzar porque tuvieron que desalojar a los que estaban ya formados para cruzar. Pero no solamente en lo que se refiere al aspecto vial. Según las noticias de CBS 8 (San Diego) es probable que en las primeras horas de la mañana vuelvan a abrir la garita.

Llamé a mi mamá para comentarle de posibles demoras en mi viaje de visita, el viernes, y para ver cómo estaban. Pako me llamó para pedirme información y materiales para desarrollar pensamiento crítico (en gente de la empresa); le mandé la liga a mi WebQuest sobre PBL y otra sobre el pensamiento crítico. Pero la primera llamada del día, como a eso de las 9 A.M., fue de mi hermano/médico Manuel que por el Facebook se enteró de que estaba en cama y llamó para preguntar por mis síntomas y darme una jalada de orejas por descuidarme, como siempre. Que me llame es algo que agradezco mucho. Y que me regañe, también. Quedó de enviarme más medicina y de enviar también alguna para mi mamá.

El día está terminando y prometo tomarme la medicina, no tratar de resolver pendientes durante el sueño (aunque no encuentro el botón que desactive esa parte) y hacer todo lo que esté en mi mano para asegurar que voy a dormir bien.