La migraña comenzó ayer. La tranquilidad, el cocinar y el escuchar la música de Brel fueron lo suficientemente relajantes como para no necesitar medicina específica. Pero desperté con la sensación de latencia del dolor. Entre el calor que se dejó sentir en el día, realmente verano, el sol brillante y una clase con alumnos desconectados totalmente entre sí y con el contenido, ausentes de las identidades básicas de la trigonometría y sin escucharse unos a otros, el dolor finalmente se manifestó completito.
Ese era el grupo que comenzó tan bien el semestre. Gradualmente han ido pasando de ser competentes, en muchos aspectos, a ser alumnos competidores. Han perdido lo más por lo menos. Claro que hay excepciones, pero es un grupo pequeño y con un tercio o más en ese canal pues el ambiente se torna a ratos desesperante. Ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo para solicitar tiempo para su examen o para su proyecto. Cada equipo y cada persona preocupada por sí misma y sin escuchar a los otros. Las consecuencias son más que visibles.
El asunto es que al terminar la clase si tuve que recurrir a la pastillita. Y luego tuve junta de COPLE seguida de la junta para enterarnos de los resultados de la visita de FIMPES. Habrá que ver las consecuencias. Ni siquiera pude tomar el trago de vino en el convivio posterior a la junta. Y la comida, con Dulce y Anna, aunque fue animada y nos reímos mucho, la verdad es que me hizo más daño que bien.
Por la tarde solamente trabajé lo suficiente para dejar contestados todos los mensajes, enviadas las comunicaciones sobre el trabajo de hoy e impreso el examen que debo aplicar mañana a los alumnos de Cálculo I. Y me perdí la clase del padre Agustín.
En casa, trate de hacer un panqué: el ejercicio de batir la masa me relajó pero el resultado fue un panqué quemado, mi incapacidad migrañosa ni siquiera me permitió tener cuidado de la tempratura o el tiempo de horneado. Pero entre eso y la posibilidad de tomar el té relajante que mi cuerpo y espíritu necesitaban para recuperar la calma el dolor ha ido cediendo, y ahora espero dormir tranquilamente.
Creo que eso de pasar del invierno al verano en un lapso de dos días no es algo para lo que estuviera preparada.